Se
utilizaban tejidos pobres y de bajas calidades, muy sobrios, casi siempre
traducidas a trajes de chaqueta, tanto para los hombres como para las mujeres.
Se conseguía una cierta elegancia para ellas, con complementos como guantes y
sombreros así como con abrigos y chaquetas.
Las mujeres comenzaron a usar pantalones, sombreros, overoles y turbantes. Los brassieres
fueron recortados para levantar y acentuar el busto de las mujeres, de manera
similar a lo que se estila en la actualidad. Utilizaban corséts para
moldear los cuerpos hechos de telas endurecidas con algún aditivo.
Los trajes de hombre se empezaron a confeccionar sin chalecos y
los bolsillos sin alas; además los pantalones perdieron los pliegues y dobleces
en las mangas. Los días del saco cruzado estaban contados. Las
corbatas se angostaron, desapareció el pañuelo en el bolsillo superior del saco
y el sombrero fue eliminado paulatinamente, excepto como prenda indispensable,
en el campo, para protegerse del sol.